Suave remanso
Ficha técnica
Suave remanso
Instalación con cortinas y almohadas de satín, pintura acrílica, insectos de epóxica y plástico
30m²
Galería de Arte Contemporáneo de Xalapa, Veracruz
2023
- Vista de instalación:
Jardín I (cortina)
pintura acrílica sobre satín
6 x 6 m
2023
Jardín II (cortina)
pintura acrílica sobre satín
6 x 6 m
2023
- Puente colgante (almohada)
Pintura acrílica sobre satín
52 x 66 cm
2023
Pileta (almohada)
Pintura acrílica sobre satín, insectos de epóxica y plástico
52 x 66 cm
2023
- Ventanal en la casa de vapor (almohada)
Pintura acrílica sobre satín, insectos de epóxica y plástico
52 x 66 cm
2023
- Ventanal en la casa de vapor (almohada) -detalle
Pintura acrílica sobre satín, insectos de epóxica y plástico
52 x 66 cm
2023
- Puente colgante (almohada)
Pintura acrílica sobre satín
52 x 66 cm
2023
- Repositorios (jaula, capelo y gelatina)
Pintura acrílica sobre satín, insectos de epóxica y plástico
52 x 66 cm
2023
- Jardín II (cortina) -detalle
pintura acrílica sobre satín
6 x 6 m
2023
—
INGLÉS:
Suave Remanso
Installation with satin curtains and pillows, acrylic paint, epoxy and plastic insects
30m²
Galería de Arte Contemporáneo de Xalapa, Veracruz
2023
- Installation view:
Garden I (curtain)
Acrylic paint on satin
6 x 6 m
2023
Garden II (curtain)
Acrylic paint on satin
6 x 6 m
2023
- Hanging Bridge (pillow)
Acrylic paint on satin
52 x 66 cm
2023
Pool (pillow)
Acrylic paint on satin, epoxy and plastic insects
52 x 66 cm
2023
- Large Window in the Steam House (pillow)
Acrylic paint on satin, epoxy and plastic insects
52 x 66 cm
2023
- Large Window in the Steam House (pillow) – detail
Acrylic paint on satin, epoxy and plastic insects
52 x 66 cm
2023
- Hanging Bridge (pillow)
Acrylic paint on satin
52 x 66 cm
2023
- Repositories (cage, glass dome, and jelly)
Acrylic paint on satin, epoxy and plastic insects
- 66 cm
2023
- Garden II (curtain) – detail
Acrylic paint on satin
6 x 6 m
2023







Un suave reflejo en la calidez de la mañana. La calma del océano liso y cristalino bajo el sol de la primera mañana. Apenas distinguibles las cortinas del día que se tienden en el horizonte, traslúcidas guardan bajo sus pliegues la luz mientras el cuarto se ilumina, levemente el vaso de vidrio transparenta el vasto océano y el espacio entero del cuarto se deja poseer por la quietud. El cuerpo mismo se vuelve un magma vacuo y lechoso.
Las formas empiezan a extender una luz propia, adquieren una densidad distinta, una textura satinada y pétrea, la luz del paisaje las toca y disuelve sus bordes, los contornos desaparecen dando espacio a la indistinción.
El Yo no quiere adentrarse en la materia, hundirse en las comisuras y las grietas, disolverse en la extensión o la turbulencia. La viscosidad es el primer derretimiento, antes de la completa disolución, la consistencia precisa en la que los cuerpos comienzan a ser indistintos.
El paisaje lentamente se ilumina, el ritmo de la melodía se intensifica. La luz y el sonido de pronto se confunden como leche derramada en el satín de las cortinas.
Lo satinado es la carne y el blanco es rojo de sangre lechoso, las almohadas blancas se tejen de cabellos y los insectos son algodones en el interior de la cama. El velo del día, la luz es irradiada por los objetos.
Pero no hay un más allá de las apariencias o un reverso del mundo. Lo inconsciente no es un rescoldo detrás de la consciencia. La consciencia es una excepción, isla imaginaria, marginal, espacio idílico. El territorio creado en lo ideal en el que el sujeto quiere asirse. Pero en esa conciencia se esconde siempre el animal y la bestia. El insecto que se asoma y devora lentamente desde el interior de la oreja. Lo real son las apariencias y las apariencias se retraen en su viscosidad latente.
En medio del cuarto a plena luz un pliegue de espacio se dobla, arremolinado se alza como un brote o como pus blanco. Se erige como promontorio blanco con una puerta a su interior. Primero una pierna y luego la otra, avanzamos hacia aquella protuberancia o tumor arrastrándonos. Miramos al fondo de esa gruta, silenciados por la estupefacción de la cara que nos mira adentro. La multiplicidad de cuartos al interior nos hace percatarnos que miramos desde dentro a la cara de afuera. Al mismo tiempo que miramos somos mirados por una figura al interior del espacio.
Hacer comunión con la muerte en su intensa putrefacción, al mismo tiempo que la viscosidad disuelve lo vivo y lo muerto la posesión de aquello que se esconde debajo de la almohada estalla en nuestros poros. No solo es la vista y la mirada. El cuerpo mismo es multiplicado, desencajado, desmembrado.
Bella intensa luz del día, de la daga que atraviesa, leche que cae, pozo que nos mira.
Rodrigo Ramírez